Sigo de pie, aunque esté sentado.
Casi cada año me tomo un momento para mirar hacia atrás y agradecer, pero también para reconocerme. Porque no ha sido un camino fácil, pero sí ha sido profundamente humano, lleno de aprendizajes, amor y una red de apoyo que me ha sostenido más veces de las que puedo contar.
Algunos me conocieron antes del 2012, caminando, y al verme en silla de ruedas me preguntan: “¿Qué te pasó?”
Y como lo he dicho antes, me pasó la vida…
Una vida que vino con un giro inesperado en forma de mielitis transversa.
Una de esas enfermedades raras que uno sólo ve en las series médicas, pero que a mí me tocó vivir a mitad del último semestre de la universidad. Ya tenía una condición de nacimiento, la parálisis cerebral, que afecta mis movimientos y mi habla. Pero lo de 2012 fue otro boleto. Me tiró con fuerza. Pensé en dejar todo. Pensé, incluso, en no seguir.
Pero aquí estoy.
No porque sea más fuerte que otros, sino porque decidí no rendirme.
Porque entendí que aún tenía cosas que decir, que construir, que compartir.
Porque en medio del dolor, la frustración, los días oscuros y los altibajos emocionales, siempre hubo una mano, una palabra, un hombro que evitó que me cayera por completo.
Y esa red—ustedes—es lo que más agradezco hoy y siempre.
Hoy miro mis logros profesionales y personales no como trofeos, sino como frutos de una lucha constante, de una necedad por seguir, de una resiliencia tejida con cariño, esfuerzo colectivo y una buena dosis de humor.
Hoy soy comunicador, director de un medio local, doctorante en educación y cultura digital, presidente de una fundación, soñador profesional, organizador de festivales comunitarios, y alguien que, desde su trinchera, intenta sumar algo al mundo.
No estoy tan solo como a veces pienso.
No he llegado a este punto por mí solo, ni por lástima de nadie.
Estoy aquí porque he encontrado gente que apuesta por mí por lo que soy, no por lo que me falta.
Y eso lo valoro con el corazón lleno.
Hoy, como cada año, me abrazo con ternura. Y abrazo también a todos los que, de una u otra forma, me han empujado a seguir, a avanzar, a reinventarme.
Gracias por no dejarme caer.
Y gracias a la vida y a Dios, por todo.
Aquí seguimos, y lo que falta.
Comentarios
Publicar un comentario