IA, inclusión y sueños que se vuelven proyecto: mi ruta doctoral en el CRESPF
Cuando decidí dar el paso hacia el doctorado en Educación y Cultura Digital Pedagógica, en el Centro Regional de Educación Superior “Paulo Freire” (CRESPF), sabía que no sería un camino sencillo. No solo se trataba de leer teorías, escribir capítulos y llenar matrices; también era, en el fondo, un acto de fe en mí mismo, en mi capacidad de aportar algo que valiera la pena al mundo educativo y comunitario que me rodea.
Hoy, mi investigación doctoral lleva un nombre largo y formal: “Capacitación en el uso de la Inteligencia Artificial para mejorar las prácticas de educación inclusiva en los docentes de la Telesecundaria Lázaro Cárdenas del Río de Cardel, Veracruz”. Pero en realidad, lo que encierra es algo muy sencillo: la esperanza de que la tecnología, lejos de excluir, pueda abrir puertas y generar oportunidades para quienes más lo necesitan.
Lo que hemos avanzado
Hasta ahora, he podido sentar bases sólidas. El proyecto nace de una inquietud central: ¿cómo transformar la práctica docente para que las tecnologías emergentes —y en particular la Inteligencia Artificial (IA)— dejen de ser un privilegio y se conviertan en una herramienta democratizadora al servicio de la inclusión educativa? También estructuré un marco teórico que me permite sostener la investigación desde distintos ángulos: la capacitación docente, las estrategias de educación inclusiva y la competencia digital como actitud y práctica.
El diseño de investigación que adopté es cuasi-experimental. En palabras simples: observaré cómo enseñan los docentes antes de una capacitación en IA, aplicaré un programa diseñado para ellos y luego veré qué cambió en sus prácticas. No es un ejercicio frío, es un acompañamiento que busca transformar realidades.
Además, me he nutrido de otros trabajos que inspiran: tesis sobre el Diseño Universal de Aprendizaje, experiencias con tutores inteligentes basados en IA, y estrategias inclusivas aplicadas en contextos diversos de México y América Latina. Todo eso lo he ido hilando a mi propia propuesta.
Lo que viene
Pero esto apenas comienza. En los próximos meses, quiero llevar este proyecto a un plano aún más tangible:
• Construir una guía práctica para que los docentes puedan usar la IA de manera sencilla, útil y enfocada en la inclusión.
• Formar comunidades de práctica entre maestros que compartan estrategias y se acompañen, porque la capacitación no puede ser un evento aislado, sino un proceso vivo.
• Compartir los resultados más allá de las aulas y de la academia, para que este conocimiento se convierta en herramienta de cambio en otros contextos.
Más allá de la tesis
Lo interesante es que este doctorado no lo vivo solo desde la academia, sino también como parte de mi marca personal, Carlos Hernández MX. La investigación se convierte en un pilar que sostiene mi propósito: ofrecer charlas, consultorías y contenidos que inspiren a otros a pensar en la educación inclusiva con mirada digital y humanista.
En este recorrido, lo más valioso ha sido confirmar que la inteligencia artificial puede ser mucho más que algoritmos y pantallas; puede convertirse en un puente hacia una educación que respete la diversidad y potencie las capacidades de todos. Esa es la convicción que guía cada página escrita, cada clase cursada y cada idea compartida.
Creo firmemente que este camino no es solo mío: pertenece también a cada estudiante que sueña con aprender sin barreras, a cada docente que se atreve a innovar, y a cada comunidad que cree en la educación como motor de transformación. Por eso, cada avance que logro en esta investigación es también una invitación a seguir creyendo en el poder de la tecnología cuando se pone al servicio de la inclusión y de la dignidad humana. Si algo me mueve en este viaje es la certeza de que sí es posible construir una escuela más justa, más abierta y más humana… y que desde aquí o desde Cardel, podemos encender una chispa que ilumine muchos otros caminos.
Al final, no es solo un título lo que busco. Es dejar huella, demostrar que la inteligencia artificial, en manos de docentes comprometidos, puede ser un puente hacia una escuela más justa y accesible.
El doctorado es mi presente, pero también es mi manera de sembrar futuro.

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